Por: Oscar Sosa-Nishizaki, Investigador principal del Departmento de Biología Oceanográfica, CICESE.

Desde mediados de los años 1970, México ha sido un productor mundial líder en capturar tiburón. Pero la historia de esta pesquería de peces cartilaginosos inicia casi 90 años antes de esa fecha, cuando se exportaron las primeras aletas de tiburón a China desde La Paz, Baja California Sur, en 1888.

Posteriormente, en los años 1920, la pesca de la Totoaba en el Alto golfo de California empezó a incrementarse y los tiburones que eran capturados durante las faenas de pesca eran también desembarcados por esa pesquería, para suplir la demanda de sus aletas por parte de los restaurantes de comida china en San Francisco, EUA.

Pequería de tiburón | Imagen: Libro El océanos y sus recursos

Pero se puede decir que las raíces de la pesca masiva de tiburones de la costa del Pacífico mexicano se dieron en los años 1930, y se centraron inicialmente en el golfo de California.  Por esos años, el ejército americano buscaba una fuente de vitamina A natural para fortalecer a sus soldados y suplementar su alimentación. Esta fuente fue encontrada en el aceite del hígado de los tiburones y su búsqueda impulsó el desarrollo de muchas pesquerías de tiburón en varias regiones del mundo, incluyendo la del golfo. Por lo que, a partir de junio de 1939, los primeros hígados fueron exportados desde Guaymas al puerto de Los Ángeles, California. Al principio solo se capturaban cerca de 40 toneladas al año, pero en 1941 las capturas se incrementaron hasta llegar a 8,910 toneladas, para después decrecer a 5,154 toneladas en 1948.

Esta actividad perduró hasta la aparición de la vitamina A sintética en el mercado de los complementos alimenticios, a principios de los años 1950. En el primer año de esa década las capturas cayeron casi hasta desaparecer a un nivel de 319 toneladas por año. A pesar de que ya se pescaba tiburón no solo en el golfo de California, sino hasta las costas de Tonalá, Chiapas, sitio cercano a la frontera con Guatemala.

Pescadores de tiburón | Foto: José Luis Villafuerte
Pescadores de tiburón | Foto: Alamy

Durante los primeros años, el tiburón se pescaba desde cayucos, sin motor, o desde embarcaciones pequeñas (menos de 10 metros), o de mediana altura (entre 10 a 27 metros), todas ellas de madera; algunas con motor fuera de borda o inclusive motores diésel. Y se pescaba con redes agalleras y algunas con palangres rústicos.

Un detonante para la pesca en golfo de California y en toda la costa del Pacífico mexicano fue la aparición de embarcaciones construidas con fibra de vidrio en los años 1960.

Estas embarcaciones permitieron realizar las faenas de pesca de una manera más dinámica, pudiendo salir a mayores distancias de la costa o a lugares más lejanos de su sitio de desembarco.

Para los años 1960, ya se había iniciado el consumo de la carne de tiburón de una manera local, dando paso a la creación de platillos específicos como son los tacos de pescado. Haciendo notar que, a pesar de que hay muchas historias sobre su origen, parece que la más certera es que los primeros tacos de pescado fueron cocinados con base de carne de tiburón angelito, en un pequeño puesto rustico junto al mercado de pescado, “El Mercado Negro,” de Ensenada. Desde ahí, muchas ciudades, como La Paz reclaman su invención, pero es innegable que un buen taco de pescado con base en carne de tiburón siempre es apetecible estés en donde estés. Otras recetas que incluyen la carne de tiburón o cazón han sido creadas formando parte de la cultura culinaria de nuestro país, representado un origen de proteína de bajo precio para las familias costeñas e inclusive en las grandes ciudades. Por ejemplo, el cazón, es altamente apreciado en el mercado de productos pesqueros La Viga de la Ciudad de México, que es el segundo en tamaño en todo el mundo, después del mercado de Tsukiji de Tokio, Japón.

La demanda de la carne de tiburón y cazón produjo que las capturas volvieran a crecer de un nivel de aproximadamente 500 toneladas en 1951 hasta 24,113 toneladas de peso desembarcado en la costa del Pacífico en 1982. En las décadas de los 1980 y 1990, los desembarcos fluctuaron entre 11,000 a 23,000 toneladas para después presentar un incremento constante hasta 2018, cuando en la costa del Pacífico de México se desembarcaron 35,454 toneladas de tiburón (cazón y tiburón) y estos desembarcos representaron el 80% de la producción nacional anual (44,657 toneladas; CONAPESCA 2018).

Carne de tiburón | Foto: Josh Jensen

Para poder alcanzar este nivel, durante varios años ha habido el desarrollo no solo de la pesca artesanal, sino de la pesca de mediana altura, e inclusive, durante la década de 1980 y principios de la de 1990 operó la flota de altura utilizando barcos palangreros de un tamaño mayor a los 27 m de largo, cuya pesca objetivo eran especies de picudos y atunes. Todas estas pesquerías han sido multi-específicas en donde su captura la conforman diversas especies de tiburones, así como otras especies de pescado.

Actualmente, la flota de mediana altura cubre grandes extensiones durante sus operaciones pesqueras, llegando hasta el límite de la Zona Económica Exclusiva mexicana de 200 millas. Estas operaciones se realizan principalmente en la región noroeste del país, en cuyos estados se desembarcó el 56.3 % de la producción nacional de 44,657 toneladas de tiburón y cazón en 2018 (CONAPESCA, 2018).

Tiburones | Foto: Octavio Aburto
Infográfico sobre la NOM-029 | Imagen: CONAPESCA

El golfo de California se localiza en la región noroeste de México y es una de las regiones del mundo en donde se encuentra un alto número de especies de tiburones, convirtiéndola en una región prioritaria para la conservación, así como para la pesca. Esta situación ambivalente representa grandes retos para el manejo de sus pesquerías. Los tiburones han sido caracterizados como especies que crecen lentamente, les toma varios años para poder empezar a reproducirse y pueden alcanzar edades mayores a los 30 años. Estas características hacen que cuando son pescados, poblacionalmente los tiburones no puedan responder rápidamente a la perdida de individuos por causa de la pesca y sean susceptibles a la sobrepesca rápidamente.

Para evitar una sobrepesca, se han creado varias medidas de manejo para los tiburones. La primera que asienta la base de las regulaciones posteriores es la Norma-029 publicada en 2007 y cuyo objetivo es regular la pesca de tiburones y rayas para alcanzar una pesca sustentable. Establece que de las 63 especies de tiburón que se pueden encontrar en el Pacífico mexicano, la pesca de especies como el tiburón blanco, tiburón ballena, tiburón peregrino y el grupo de tiburones de peces sierra está prohibida. Aparte de prohibir la pesca de estas especies, la Norma estipula las artes de pesca que se pueden usar en cada pesquería incluyendo la de la flota menor, o artesanal, de mediana altura y de altura.

Asimismo, la Norma estipula varios sitios en donde no está permitida la pesca, mandata que los cuerpos de los tiburones deben de ser utilizados completamente prohibiendo el aleteo, es decir solo hacer uso de las aletas y tirar la carne, así como decreta la manera en que se debe de realizar el acopio de la información pesquera a través de bitácoras de pesca.

Actualmente la principal medida de manejo, que emanó de la Norma-029, es el periodo de veda aplicado a partir del 2012, y que para la costa del Pacífico mexicano va del primero de mayo al 31 de julio de cada año. Esta prohibición, tanto de pesca como de comercialización de sus productos, fue diseñada para la protección de los procesos de reproducción de la gran mayoría de las especies de tiburón. Es interesante comentar que la primera veda de tiburón se publicó en 1949, cuando la pesca de tiburones con redes agalleras fue prohibida para proteger la época de reproducción de la Totoaba en el Alto golfo de California, durante el periodo del 20 de marzo al 30 de abril. Esta especie de pez óseo era pescada por su carne, y principalmente por su vejiga natatoria o “buche,” para satisfacer el mercado oriental.

Como se puede leer, la pesca de tiburón tiene una historia de más de ciento veinte años en el Pacífico mexicano. Actualmente se ha alcanzado a nivel nacional un consumo aparente de 45,615 toneladas, que, a pesar del intensivo crecimiento de las capturas en los últimos 10 años, existe la necesidad de importar la parte faltante. No obstante, gracias a una mayor participación de la flota de mediana altura basada en puertos del noroeste de México, la Zona Económica Exclusiva es utilizada como área de pesca, permitiendo la presencia de embarcaciones nacionales en este territorio bajo el dominio del país. Por lo que, el uso de este recurso representa una gran responsabilidad para lograr una pesca que puede ser sostenible a pesar de, y considerando a, las características de estas especies de ser susceptibles a ser sobre-pescadas.

La mejor manera de evitar una sobre explotación es una ruta que debe de ir desde la implementación de estándares de manejo que nos permitan regular a la pesca hasta alcanzar su uso de una manera sostenible. México ya tiene un camino andado con la creación de la normatividad, incluyendo la época de veda. Lo que ahora resulta altamente necesario es asegurar que las reglas sean cumplidas a través de la inspección y vigilancia, para que la veda, por ejemplo, repercuta en épocas de reproducción exitosas cada año para todas las especies de tiburón.

Por otro lado, es muy importante impulsar que las poblaciones de cada una de las especies de tiburones sean evaluadas y sus tamaños poblacionales conocidos. Si se desconoce este tamaño poblacional, no será posible saber si la especie se encuentra en una situación poblacional de sobrepesca.

Tiburón en el Golfo de California | Foto: mexicali686.com

Las evaluaciones de las poblaciones solo se pueden lograr si se cuenta con la información necesaria para realizarlas. Esto incluye información del volumen de captura de cada especie mes con mes, año con año. Así como el esfuerzo que le toma a la flota pesquera en realizar dichas capturas. Es decir, cuantas horas de pesca o cuantas veces se tiró la red al mar, u otra manera de medir dicho esfuerzo. Y, por último, se necesita la participación de los pescadores para que llenen sus bitácoras que incluyan esta información.

En México el sistema de acopio de información está basado en los avisos de arribo, y existe la esperanza de las autoridades de que los pescadores declaren la verdad. Este sistema puede llegar a ser muy efectivo y con mucha fortaleza, cuando todas las partes cumplan con el cometido de crear información fidedigna. Y estoy seguro de que, con base en un trabajo comunitario, se puede pasar de un llenado de avisos de arribo hacia el llenado de bitácoras de una manera fácil y convincente. Lo cual permitiría el conocer cómo están las poblaciones de tiburones y qué medias se podrían tomar. Ojalá esto se pueda alcanzar en un corto tiempo y así asegurar el futuro de la pesca de tiburón de una manera responsable, sostenible y que permita conservar a las especies pescadas. Sobre todo, en estos momentos que hacemos un uso extenso de nuestra Zona Económica Exclusiva.

** Esta nota se basa en Sosa-Nishizaki et al. (2020).

Referencias:

CONAPESCA. 2018. Anuario Estadístico de Acuacultura y Pesca 2018. CONAPESCA. Mazatlán, Sinaloa, México.

Sosa-Nishizaki, O., García-Rodríguez, O., Moreales-Portillo, C.D., Pérez-Jiménez, J.C., Rodríguez- Medrano, M.C., Bizarro, J.J., and Castillo-Géniz, J.L. 2020. Fisheries interactions and the challenges of both target and non-targeted take on shark conservation in the Mexican Pacific. In S. Larson & D. Lowry (Eds.), Advance in Marine Biology: Sharks in Mexico, Research and Conservation Part B. Primera Ed. Academic Press Vol. 85: 39-69.

Oscar ha sido o sigue siendo miembro de los consejos editoriales de las revistas Ciencia Pesquera, Hidrobiolgica, Ciencias Marinas y LAJAR. Y es miembro de varios comités para el desarrollo de reglas de manejo de tiburones y rayas, y comités asesores nacionales de áreas naturales protegidas.

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