Tiburón Ballena siendo marcado por uno de los científicos de MigraMar. Crédito: César Peñaherrera, MigraMar
Tiburón Ballena siendo marcado por uno de los científicos de MigraMar. Crédito: César Peñaherrera, MigraMar

Como parte del Proyecto Tiburón Ballena de Galápagos, un grupo de científicos liderado por Jonathan Green y Alex Hearn (MigraMar) marcaron en septiembre del 2019 una tiburón ballena con un transmisor satelital en las inmediaciones del la Isla Darwin, en el norte de las Islas Galápagos. Dada su belleza y tamaño, los científicos de esta expedicion la apodaron ESPERANZA. Los datos que arrojaba su transmisor comenzaron a ser seguidos, llamando la atención de chicos y grandes.  La tiburón ballena de 7 metros de longitud, una jovencita que se movía alrededor de Galápagos, llevaba ocho meses de transmisión que llenaba de orgullo a todos los que seguíamos sus movimientos; particularmente en estos tiempos de pandemia donde lo que más necesitamos son buenas noticias.  De pronto, a mediados de mayo, la señal se interrumpe.  Suponiendo que podría ser parte de su comportamiento normal de sumergirse para migrar a otros sitios, la población de Galápagos y Ecuador continental esperaba con ansia el retorno de la señal. Las sospechas de una pérdida total de la señal se confirman cuando un mes depués, ESPERANZA sigue sin dar rastro y los científicos deducen que lo más probable era que ESPERANZA estuviera fuera del agua.

Transmisión ESPERANZA. Mapa utilizado por Norman Wray en su cuenta de twitter anunciando su desaparición. Crédito: Galapagos Whale Shark Project.
Transmisión ESPERANZA. Mapa utilizado por Norman Wray en su cuenta de twitter anunciando su desaparición. Crédito: Galapagos Whale Shark Project.

ESPERANZA, probablemente estaba en un barco pesquero, como parte de las 500,000 toneladas de vida marina capturada en las aguas Ecuatorianas cada año. Así lo anunciaba con desánimo Norman Wray el Titular del Consejo de Gobierno de Galápagos el 24 de julio. “Datos desgarradores: Esperanza, tiburón ballena: marcada 09/2019. Dejó de transmitir 05/2020. 280 días transmitiendo.”

La posibilidad de aprender de esta joven, de su vida, de su ciclo de reproducción, de sus visitas a otras aguas, se perdió para siempre.

Un tiburón ballena en Galápagos. Crédito: César Peñaherrera, MigraMar
Un tiburón ballena en Galápagos. Crédito: César Peñaherrera, MigraMar

En realidad, sabemos poco de los tiburón ballena.  Sabemos que el tiburón ballena (Rhincodon typus) es un pez, y es el pez más grande del mundo.  Sabemos que vive en aguas tropicales.  Si tomamos una imagen del globo terráqueo y dibujamos una banda alrededor del ecuador, estaremos marcando su rango de distribución.  Tiene diferentes nombres, se le conoce como: Señor Pez, Pez Tofu, Dominó, Pez dama, Damero.  En Vietnam es una especie de Dios, en China platillos de tiburón ballena valen mucho dinero, en sitios como Baja California y Quintana Roo en México o en Galápagos son la estrella y miles de turistan viajan sólo para poder observarlos.

La primera vez que se describió científicamente un tiburón ballena fue en Sudáfrica en 1828. Los científicos no están seguros, pero creen que apareció en la tierra hace más de 65 millones de años compartiendo época con el Tiranosaurus Rex.  Su vientre es blanco, y su dorso es gris oscuro y rojizo con muchos lunares y líneas blancas o amarillas. Estas marcas son su huella digital. No hay dos tiburones ballena que tenga el mismo patrón de puntos.

Sabemos que donde hay un tiburón ballena, significa que hay mucha comida. Por esta razón, convive con muchas otras especies que también buscan alimento como tortugas, ballenas, otros tiburones, mantas y gran variedad de peces.  Los tiburón ballena son gigantes gentiles, ya que a pesar de su gran tamaño ellos se alimentan de organimos marinos diminutos (plancton) como camarones, alevines, así como huevos de peces y de crustáceos. En ocasiones sus bocas están llenas de peces rémora a los que dejan tranquilamente recoger comida entre sus 350 filas de pequeños dientes.

Sabemos también que es una especie pelágica (de mar abierto) pero también que se acerca a la costa por razones que pueden estar relacionadas con la alimentación y/o la reproducción. Su piel tiene unos 10 centímetros de espesor.  El tiburón ballena es enorme, se han documentado individuos de hasta 20 metros, el tamaño de un camión.

Verlo nadar es todo un espectáculo.  Se mueve lentamente, como a 5 km/h, comparado con el pez vela que se desplaza hasta a 110 km/h.  Esto no le impide moverse grandes distancias.  En 2018, un tiburón ballena llamado ANNE viajó más de 20,000 km desde Panamá y a través del Pacífico en el lapso de dos años y tres meses, hasta llegar a la Fosa de las Marianas, el lugar más profundo de la Tierra.

El tiburón ballena nunca duerme.  Nada lento mientras va comiendo, abriendo su enorme boca y absorbiendo su alimento favorito que es el plancton y filtrando el agua por sus agallas.  Se desplaza sin intimidarse con otros peces, buzos o turistas que se le acercan.  Alcanzan su edad reproductiva hasta los 30 y pueden vivir más de 100 años.

Hay gran cantidad de incógnitas sobre el tiburón ballena, los científicos desconocen cómo se mueven por el oceano, no saben cómo ni dónde se aparean o cómo dan a luz.  En una ocasión en Taiwán, arponearon a una tiburón ballena que llevaba en su vientre a más de 300 bebés en diferentes etapas de desarrollo. Se cree que se aparean una sola vez, que almacenan el esperma y van fertilizando sus propios huevos cuando sea necesario.

Los tiburones ballena son especies que fascinan, su tamaño y tranquilidad nos embelesa.

Se llegan a invertir enormes sumas de dinero sólo para verlos.  En Bahía de los Angeles México una observación de una hora puede costar $120 dólares, en las Maldivas se estima en $9.5 Millones dólares el ingreso turístico por observación,  en el acuario Churami en Japón en una piscina de 7,500 metros cúbicos y con la pantalla de cristal más grande del mundo un par de tiburones ballena erran tristemente de un lado a otro, sólo para satisfacer una necesidad de diversión mal entendida.  Algunos de los tiburones en el escaparate de Churami han sobrevivido sólo tres días.

Mientras los observamos tras un cristal, u organizamos una vacación para nadar a su lado, la mayoría de los tiburones ballena terminan sus días enganchados a un anzuelo o en una red.  Al igual que ESPERANZA, que muy probablemente se despidió sobre la plataforma de alguno de los barcos que pertenecen a estas flotas pesqueras altamente tecnificadas que surcan las aguas cercanas al Ecuador.

Aún y cuando el destino de la la mayoría de los tiburones ballena pasa totalmente desapercibido, no fue así con ESPERANZA, cuya historia tomó proporciones internacionales cuando en las mismas fechas y zona donde perdimos su señal, se detectó una flota de más de 260 barcos altamente tecnificados en el borde de la zona económica exclusiva de Ecuador, al suroeste del archipiélago del Galápagos. Una cantidad enorme, considerando que Ecuador, con su gran tradición pesquera y dependencia económica a esta industria estima que no más de 117 barcos cerqueros ondean su bandera.

La prensa internacional, las organizaciones de conservación, el gobierno y pueblo de Galápagos se hacía preguntas sobre las flotas: ¿Quién son? ¿Cómo pescan? ¿Qué pescan? ¿Cuánto pescan? ¿De quién son estos recursos? ¿Es legal que carguen sus bodegas marinas de esta manera? ¿Pudo Esperanza ser víctima de esta actividad pesquera no regulada en aguas internacionales? ¿Qué se puede hacer al respecto?

Palangre de fondo. Arte de pesca que no distingue especies. Imagen de archivo.
Palangre de fondo. Arte de pesca que no distingue especies. Imagen de archivo.

Las flotas pesqueras en aguas internacionales aprovechan las pocas leyes existentes haciendo de los mares un lugar donde se pueden llevar a cabo operaciones sin regular ni documentar, usando artes de pesca no autorizados, sin reportar su actividad o posición vía monitoreo satelital.  Aún y cuando las flotas buscan principalmente calamar y atún, ninguna especie que nade en estas aguas está a salvo.  Así seas una tortuga, una ballena, una manta o un tiburón. Los artes de pesca de palangre, cerco y arrastre son muy generalistas y no distinguen la especie o tamaño.

En medio de la convulsión por la noticia de otro año más frente a esta imponente flota, Ecuador envió un extrañamiento al gobierno chino, que respondió diciendo que a partir de septiembre retira su flota de esta zona, que, aunque pudiera parecer una buena noticia, finalmente no es más que la fecha en la que normalmente estos barcos terminan sus actividades y regresan a casa cargados.

Esta revuelta que ha generado la pérdida de ESPERANZA y la presencia de tantas embarcaciones en las orillas de la reserva de Galápagos pudiera terminar con buenos resultados. Se ha abierto un intenso debate público y vemos que se activan iniciativas en varios frentes: El presidente de Ecuador se comprometió en un foro internacional a ampliar la Reserva Marina de Galápagos; las autoridades de los países de la región han incrementado su participación en foros sobre regulaciones en alta mar; aún en medio de la pandemia se organizan demostraciones ciudadanas; las autoridades buscan cómo imponer mayor control dentro de sus limitaciones; y hasta las mismas industrias pesqueras que no quieren ser etiquetadas como depredadoras buscan participar o auto regularse.  Posiblemente ESPERANZA y su corta vida en las aguas de Galápagos no sea en vano y pueda resultar en cambios en las legislaciones y acuerdos.

Aún hay tanto por resolver.  Es imposible proteger una especie como el tiburón ballena si desconocemos tanto sobre sus hábitos y su vida.  ¿Cómo se puede proponer un plan de conservación informado de un animal si no sabes cómo, cuándo y dónde se reproduce?  ¿Cómo podemos obtener respuestas si las ocasiones que la ciencia se vuelca a obtenerlas, su motivo de estudio termina en una red o en un plato de sopa?

Mientras, sabemos que los tiburones ballena, que estaban clasificados como especies en estado VULNERABLE, elevaron su clasificación a especie EN PELIGRO en 2016.  Sólo dos categorías (En Peligro Crítico y Extinto en Estado Silvestre) se encuentran entre el tiburón ballena y la extinción.  Desde la ciencia comprendemos que no podemos sacar al tiburón ballena del peligro de extinción si no entendemos cómo funciona la historia de su vida y por lo tanto, seguiremos buscando respuestas.

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