La Biodiversidad en Tiempos de COVID-19
La sorprendente biodiversidad de nuestro planeta consiste en muchas formas de vida hermosas y variadas. Desde el plancton bioluminiscente que hace poco tiñó de azul neón nuestras playas, hasta las majestuosas ballenas de aleta que podemos observar en invierno, una miríada de animales y plantas no solo adornan nuestras vidas, sino que brindan muchos servicios que mantienen saludables los ecosistemas de los que dependemos. Por ejemplo las anchovetas; son la presa principal del lobo marino, la sierra, el charrán mínimo y muchos otros animales, representando la base de una red de vida que nutre la productividad del norte del Golfo de California. Las plantas halófitas (“amantes de la sal”) que cubren los canales de los esteros de la región, ayudan a construir el suelo y dan estabilidad a lo largo de la costa, ofreciendo protección contra las inundaciones y el aumento del nivel del mar, además de proporcionar alimento para muchos animales y ser eficientes captadoras de bióxido de carbono para mitigar los efectos del cambio climático. Animales depredadores, como la totoaba, el gran tiburón blanco y la estrella Sol, reinan en la cima de la red alimentaria donde mantienen a las poblaciones bajo control y ayudan a mantener un sistema diverso. La biodiversidad también incluye diferencias genéticas dentro de las especies; los bloques de construcción cada vez más variados que aseguran que al menos algunos individuos dentro de una población sobrevivan a cambios imprevistos en el medio ambiente.
En este 2020 concluye la Década de la Biodiversidad, designada por la Organización Mundial de Naciones Unidas, la cual tiene como objetivo detener la crisis de extinción masiva que los humanos han precipitado en nuestro planeta, ya que alrededor de la mitad de las especies se han perdido como resultado de los impactos de la humanidad en los últimos 50 años.
En este contexto, a partir de la declaración de la pandemia causada por la infección del virus SARS-CoV-2, causante de la enfermedad COVID-19, la forma en la que vivimos cambió de manera radical en unas cuantas semanas. El aislamiento social y el paro de las actividades económicas, principalmente las industriales, han disminuido los niveles de contaminación en general y han dejado el paso libre a la fauna silvestre para recolonizar sus espacios de origen. En las redes sociales circulan numerosos ejemplos al respecto y se percibe en general una sensación de alegría y también de reflexión sobre la capacidad de resiliencia que tiene nuestro planeta si le damos un respiro.
Sin embargo, la urgente necesidad de reactivar la economía puede hacer que las condiciones antes de COVID-19 regresen y de una manera más abrupta, ocasionando quizá un impacto mayor al que ya se tenía; se prevé que incrementará nuevamente el uso de plásticos de un solo uso debido a la demanda de productos desechables para evitar contagios y que las emisiones de la industria quizá incrementen.
Es muy importante, entonces, aprovechar estos momentos que estamos viviendo de profunda introspección para reflexionar sobre nuestro estilo de vida y no bajar la guardia ante este “alivio temporal” a nuestro medio ambiente. La pandemia de COVID-19 es una oportunidad de reinventar nuestra relación con la naturaleza y ponerla en el centro de nuestra toma de decisiones1.
1https://www.worldenvironmentday.global/es/sabias-que/biodiversidad-y-coronavirus
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